Los Hombres Nocturnos de Rajcafría, día 1: Llegamos a la aldea.

La semana pasada no subí nada al blog porque estaba con la cuenta atrás para la preparación de un fin de semana en la sierra madrileña.

El viernes a lo largo de la tarde, quince jugones salimos desde Madrid y Córdoba para darle al vicio (al de los juegos) en una casa rural aparentemente apacible.

La casa se encontraba muy cerca del Monasterio del Paular en Rascafría. Teníamos un entorno precioso para patear y unas piscinas naturales abarrotadas de gente para refrescarnos. Sin embargo, nuestras almas pecadoras fueron condenadas a permanecer en la casa.

Los primeros en llegar fueron Fer, José, JaviH y Manu que llegaron asustados por las historias de terror del trabajo de Ruf. Mientras estos acudían al pueblo a por viandas, llegaron los aterrados ocupantes del coche conducido por mí, Juan, Iker, Jai y Font.

La casa parecía de cuento, pero estaba llena de trampas por todas partes (te encontrabas un mini-escalón en cualquier sitio). Algunos encontraron pronto su lugar como la niña-loba de la foto.

Nuestro plan inicial era jugar, comer, dormir, dar un paseo por el entorno y refrescarnos en las piscinas naturales. El sábado por la noche haríamos un sorteo de juegos “de relleno” entre los participantes. Usamos un sistema de boletos que se apostaban en cada partida y que conseguían los ganadores de cada juego.
Tras una breve explicación del sistema de intercambio de boletos, empezamos con un Toma 6. Quedó de manifiesto que quién más se quejaba de la posibilidad de quedarse sin boletos, fue el que más boletos ganó (José se llevó 5, Ruf y Manu 2 cada uno).

Luego estrenamos el Érase una vez de Font. La historia fue muy sordida: una protagonista bollera, un enano comunista y conventos transformados en antros de perversión. Afortunadamente JaviH pudo poner fin a nuestra agonía.

Mientras jugabamos, aprovechamos para cenar pizzas. Fuimos ecuánimes y dejamos algo de cena para los más tardones (Pedro, que tiene excusa porque se chupó el viaje entero sólo en coche desde Córdoba, Marcos, Juampe, Ángel y JaviO). Nadie se extrañó de que no hubiera mujeres.

Cuando estuvimos todos ya cenados, jugamos un par de Hombres Lobo de Castronegro. La primera partida fue guiada por Iker y, gracias a mi traición y a que soy como un libro abierto, perdimos los lobos, Pedro, Fer y yo. En la segunda, Pedro fue el narrador; puso mucho empeño pero también la cagó un par de veces magistralmente. Esta vez ganaron los Hombres Lobo, Ángel, Iker y Jai, a pesar de tener una niña-loba, Juan, entre ellos.

Acabamos cansados del viaje, de los toritos, de las monjas bolleras y los hombres lobo. Así que, decidimos que era el momento de ..